sábado, 17 de diciembre de 2011

Capítulo 2: Te quiero

La mañana siguiente era como cualquier mañana de diciembre, bueno esta tenía una diferencia, que no tenía que ir al instituto, ayer había sido el último día de clase y hoy iba a hacer todo lo que me apeteciese. Me levante de la cama y pude adivinar que por la ventana no entraba la luz del sol, por lo que me acerque a la puerta de mi cuarto y me quede en silencio, y fue eso lo que oí, silencio lo que quería decir que mi padre no se había despertado aun. Salí de mi habitación y me dirigí al baño, cerré la puerta y abrí el grifo, deje que corriese el agua hasta que pensé que ya era hora de despertar un poco y me eche agua por la cara. Cerré el grifo, cogí una toalla y me seque la cara, me mire al espejo y salí del baño, con las ideas claras. Me dirigí a la habitación de mi padre, la puerta no estaba abierta por lo que colarme sin hacer ruido era fácil, cuando estuve dentro, sin comerlo ni beberlo salte encima de la cama de mi padre , empecé a decirle que se levantara, pero mi padre hizo caso omiso y me respondió con un “. Yo seguí saltando y mi padre como respuesta ante mi insistencia se abalanzó sobre mi y empezó a hacerme cosquillas, que manía tenía con las cosquillas:
-Eres peor que el despertador-dijo entre risas mi padre.

Miro el despertador y se llevo las manos a la cabeza, eran las 7 una hora más y mi padre llegaría tarde al trabajo, se quejaba de que yo le despertase, pero mi forma de despertarle era más efectiva que la del despertador.
-Jajajajajaja, ya bueno, pero yo por lo menos yo te despierto no como esa cosa- mire al despertador con mala cara.
-Ya bueno igual es que se ha…
Fue empezar a decir esa frase y el timbre interrumpió a mi padre, baje corriendo las escaleras y abrí la puerta, al otro lado de la puerta estaba Angel, me preguntaba que hacia a esas horas en mi casa, pero me daba igual, me acerque a él y le di un beso.
-Hola, cariño-dijo Angel entre risas.
-¿Qué haces aquí?-mi entras le daba un abrazo.
-Pues como pasado mañana va a ser el día de Navidad pues pensé en venir a buscarte para comprar los regalos.
Era una buena idea pensando que todavía no le habías comprado nada a tu padre, con la prisa de los últimos exámenes se te había olvidado, pensé que Angel había tenido una buena idea, le sonreí y le di un abrazo.
-Buenos días Angel-dijo mi padre mientras bajaba las escaleras y se arreglaba la corbata.
-Buenos días señor…
-No me trates de usted, que sino parece que soy más mayor.
-Vale, si le gusta más de esa forma.
-Papa, o desayunas ya o me da a mí que el coche no te va a dar el desayuno.
-Ya claro, me dices a mí que desayune, pero va a ser que la señorita Paula no ha desayunado.
-Bueno papi, pero yo no tengo que ir a trabajar.
-No te preocupes Leo, la invitó yo a desayunar fuera- dijo Angel con una sonrisa.
Le mire sorprendida, Angel había por fin llamado a mi padre por su nombre y no señor. Los tres meses que había estado con él, Angel le había llamado a mi padre señor o señor Leonel, hoy por fin llamo a mi padre, como él quería.
-Vale, pero ir con cuidado.
-Si, papa.
Mí padre se dirigió a la cocina y yo le pedía a Angel que me esperara, ya que no seria cuestión de salir a la calle en pijama, subí las escaleras corriendo y me encerré en mi habitación para  poder vestirme. Abrí el armario y saque unos pantalones vaqueros, una camiseta blanca que ponía “never give up” y una chaqueta azul oscuro, me vestí lo más deprisa que pude, me calce y me arregle el pelo, cuando creí que ya estaba lista para salir cogí mi bolso y mi móvil, abrí la puerta y baje las escaleras. Cuando ya estuve al lado de Angel le di dos besos a mi padre, cogí las llaves de casa y salí de casa, Angel hizo lo mismo.
-Bueno a ver preciosa, ¿a dónde quieres ir a desayunar?- dijo Angel mientras se acercaba a mí.
-Bueno, teniendo en cuenta que son las siete y media, y que a estas horas hay pocas cafeterías abiertas, pues…vamos al Vip.
-Pues al Vip vamos.
Fuimos andando hasta aquella cafetería, ya que no estaba muy lejos de mi casa, bueno suponía que pasaría todo el día con Angel, aunque llamaría a Lay para que fuese ayudarme a elegir el regalo de Angel.
Llegamos al Vip más rápido de lo que me esperaba, entramos y nos sentamos en una de las mesas más cercanas a la salida, un camarero nos tomó nota, mientras esperábamos a que nos trajeran nuestros desayunos en la radio empezó a sonar “Not alone” era mi canción favorita, porque me recordaba que no estaba sola. Angel me miró con una sonrisa, me acerque a él y le di un beso en los labios, unos cinco minutos después el camarero llego con nuestros desayunos, para Angel un descafeinado y para mí un chocolate bien caliente. 
-He pensado que en Noche Buena podríamos ver una peli a mi casa o que en Noche Vieja podríamos salir a cenar- dijo Angel mientras le daba un sorbo a su descafeinado.
-No es mala idea, yo creó que mi padre me dejara, bueno, no creo, estoy segura de que me dejara, ¿tus padres?
-Si me dejan, de echo lo hable con ellos y dicen que es buena idea…te quiero.
-Y yo a ti.
 Seguimos hablando mientras nos bebíamos el descafeinado y el chocolate, acabamos pronto de tomar el desayuno y eso que nos habíamos entretenido desayunando y mirando la televisión. Salimos del bar y vimos unos débiles rayos de sol detrás de un edificio, a esa hora nos suponíamos que pocos centros comerciales estarían abiertos, no sabíamos a donde iríamos en ese preciso instante, por lo que decidimos perdernos.


viernes, 9 de diciembre de 2011

Capitulo 1: Mil noches

A mí me parecía una tontería, una noche viendo pelis con tu hija, si lo sé, era una idea boba, pero a mi padre le gustaba esa idea, así todas las noches, así hasta mil. Decía que así no nos distanciaríamos. Y yo no lo hacía, de hecho me pasaba la mayor parte del tiempo con él, bueno como que era la única familia cercana que me quedaba, mi madre ya había muerto hace unos años, de echo yo tenía 3 años cuando ella murió. Una tarde después de volver del colegio, entre en casa, la puerta estaba abierta cosa que me parecía rara y lo siguiente que vi fue a mi madre tirada en el suelo. Ese recuerdo todavía recorre mi mente, pero a decir verdad cada vez me olvido más de mi madre, tengo una idea vaga de cómo era. Sí, mi padre siempre me dice que me parezco a ella, con el cabello negro como la noche y los ojos oscuros como el azabache, pero yo creo que me lo dice para que no me olvide de ella, pero es imposible, la gente para no deprimirse cuando alguien muere, lo único que quiere es olvidar. Aunque mi madre hubiese muerto, todavía tenía a mi padre, que sí que podía ser pesado, pero aun así le quería. Las noches en las que veíamos películas, yo como de costumbre me quedo dormida, cuando la película acaba yo ya estoy dormida, por lo que mi padre me coge en sus brazos y me lleva a mi cama, después  de arroparme me da un beso en la frente y me da las buenas noches llamándome princesita. Lo sé no tengo 3 años pero me gusta saber que me quería. 
A todo esto, me llamo Paula, solo Paula, no hace falta que sepáis mis apellidos. Ya lo sé, esta historia, de que a alguien se le haya muerto un ser querido, le habrá pasado a más gente, pero ¿a qué nadie se ha parado a pensar si esa muerte fue accidental o provocada?, eso es lo que yo intente averiguar. 
Llevo muchas noches pensando que mi madre no murió accidentalmente, desde que un día escuche a mi padre hablando por teléfono. Escuche como mencionaba a mi madre y la conversación acababa con un “…no le des más vueltas todos piensan que fue un accidente”. Desde ese día pienso en ello antes de irme a dormir, pero cuando estoy cerca de encontrar una solución, el sueño se convierte en mi peor enemigo.