Vi una parada de autobús cerca de donde yo me encontraba, iba ya a dejar de tomarle el pelo, ya había sufrido bastante, me gire para saber si venia corriendo o si se tomaba su tranquilidad, cuando mire hacia él ya estaba casi a mi lado me sonrió y lo siguiente que hizo fue darme un beso.
-La verdad es que no me apetece ir corriendo, quiero ir a caballo como los príncipes azules.
No pude evitar reírme, la idea era graciosa, pero era bonita que chica no ha soñado siempre con su príncipe azul, claro que esa idea ya se había quedado como una antigualla.
-Si espera que te compro un caballo y de paso el traje azul ese que llevan-dije entre risas- no espera e prefiero del cascanueces.
-Ehh no te rías con la ilusión que me hace a mí vestirme de príncipe azul.
-Ay perdón cariño, pero no te preocupes que a mi me gusta esa idea.
Me cogió de la mano y me regalo una sonrisa, me conformaba con esa sonrisa que le había sacado a base de tomarle el pelo, pero aquella sonrisa me valía como regalo de Navidad, ver sonreír a la gente era lo que más me gustaba, sobre todo si la sonrisa se la sacaba yo. Andamos hasta la parada del bus y nos subimos al primero que paro, que justamente iba hacia el centro de la ciudad, donde nos esperaban Dani y Lay. Después de 4 paradas en distintos lugares de la ciudad llegamos a nuestro destino, en cuanto me baje del autobús Lay corrió hacia mí y me dio el abrazo más fuerte que pudo, un poco más y hubiese muerto de asfixia.
-¿A qué viene tanto entusiasmo?-dije intentando respirar.
-Nada a que te quiero.
-A bien, pero suéltame que apenas me dejas respirar.
-Lo siento.
Lay me soltó y cuando nos dimos cuenta Angel y Dani estaban llamándonos para que entrásemos al centro comercial, Lay y yo entramos tras ellos.
-Bueno a ver Lay tu vas con Paula a comprar lo que tengáis que comprar y Dani y yo también vamos a nuestra bola, a la 1 quedamos en la pizzería Hat ¿ok?-dijo Angel en tono serio.
-Si, señor-dijo en tono cómico Lay.
Nos despedimos de Angel y Dani y nos fuimos a comprar los regalos de Navidad, que era lo mismo que iban a hacer ellos, pero claro como si fuese en secreto. Fuimos a varias tiendas, compre una sudadera, unas botas de futbol, una colonia y una camisa a conjunto con una corbata para Angel y Lay compró una colonia, una camisa con una corbata parecida a la que yo compre y un jersey para Dani. Las siguientes tiendas a la que fuimos era ya de ropa más adulta ya que necesitaba algo para mi padre, no sabía que comprarle, pero en un momento oportuno se me ocurrió que lo único que quería era un retrato de él, mi madre y yo cuando yo cumplí 2 años. Me dirigía una tienda en la que dibujaban cuadros a la perfección, me dirigí a la dependienta de la tienda y le dije lo que quería, le enseñe la foto a la que quería que se pareciese, era una foto que siempre llevaba conmigo.
-¿Para cuando necesitas la foto?
-¿Para cuando la podríais tener?
-Pues para esta tarde por lo menos o para mañana, pero yo creo que podremos tenerlo para esta tarde.
- A bien pues voy a estar por aquí todo el día por lo que lo pasare a recoger una hora antes de que cierren.
-Vale.
Salí de la tienda y Lay y yo nos dirigimos a otra tienda en la que había trajes lo bastante adecuados para mi padre, por no decir lo bastante serios para su trabajo, le compre un traje era negro con una camisa blanca y una corbata azul marino, cuando acabamos de hacer las compras era justo la 1, fuimos corriendo a la pizzería, pero Angel y Dani no habían llegado por lo que nos sentamos a esperar, después de unos 10 minutos aparecieron.
-Sentimos la tardanza es que alguien se entretuvo mirando el escaparate de la tienda de animales- dijo Angel mirando hacia Dani.
-¿Qué? Es que son tan cucos, por lo menos yo no he mirado trajes de príncipes azules.
Lay y yo nos reímos de aquella discusión ridícula que tenían, al final los 4 acabamos riéndonos, pedimos la comida que nos trajeron en menos tiempo del que me había previsto, comenzamos a comer y mientras hablábamos. Cuando acabamos de comer dimos una vuelta por aquel enorme centro comercial, Lay y yo nos íbamos riendo de la estúpida discusión que habían tenido Angel y Dani que nos miraban con una cara que no sabría definir. Angel iba tan cargado de bolsas que no podía ni agarrarme la mano, la verdad es que los dos íbamos cargados de bolsas, por lo que nos sentamos en un banco y posamos todas aquellas bolsas, Alex me miró y volvió a regalarme aquella sonrisa que hacia que me muriese por darle un beso. Me acerco a él, parecía que me había leído la mente, acto seguido me dio un beso tenia un dulce sabor a chocolate, debía de ser del chocolate caliente que se tomo para comer, ya que no le apetecía pizza se tomo un chocolate con churros, el beso seguía siendo dulce aunque no se hubiese tomado un chocolate. Angel me hacia sentir segura, protegida, eso no me lo quitaba nadie al igual que sus sonrisas e ideas macabras, como el príncipe azul.
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